martes, 4 de diciembre de 2012

Reflexiones de una persona aburrida: el cepillo de dientes

No sabía qué hacer realmente, así que me dije, oye, pues lávate los dientes, aunque sea por segunda vez y seguramente no exista ninguna necesidad. Me adentré en el lavabo, y localicé mi cepillo de dientes a pocos centímetros de la pica. Lo agarré con mis manos, y de repente, tuve una observación. ¿Cepillo de dientes? ¿Por qué? 

¡No! No está compuesto por dientes, ni pertenece a ningún señor que se denomine Dientes. Su nombre, me di cuenta después de reflexionar, era erróneo.
Sí, a partir de ahora, le llamaré "cepillo para los dientes". Ahí está, ese es su nombre. Llevábamos décadas equivocados. Pero de nada, para eso estamos.